lunes, marzo 26, 2012

Entrevista al poeta Luis Bravo: «Trilce me inoculó para siempre un ardor de hondura ósea, desde entonces mantengo un inmenso aprecio por la poesía peruana»

El poeta uruguayo Luis Bravo
leyendo en el recital en la Sala Zavala Muniz



Por: Mario Pera




Luis Bravo es uno de los más destacados poetas uruguayos de las últimas décadas. Desarrolla una poesía muy vinculada a lo que él denomina «la puesta en voz», en un estilo que le es propio y gracias al cual ha venido gestando su propia audiencia.
Su poesía ha sido traducida a varios idiomas, y figura en diversas antologías internacionales.
Habiendo integrado el revulsivo grupo de jóvenes poetas de Ediciones de Uno en los ochenta, fue luego editor de los libros del Semanario Brecha, habiendo ejercido desde muy joven la crítica literaria en prensa escrita y radial.
Como gestor cultural fue coorganizador del Primer Festival de Poesía Hispanoamericana de Montevideo (1993), del Festival Internacional «La poesía vale un Perú» (2006), así como del Ciclo de Poesía & Performance «Esto pasa por la voz» (2009).
Actualmente Bravo es ensayista con varios premios otorgados por el Ministerio de Cultura de su país en ese género, así como  ha sido designado investigador adjunto de la Academia Nacional de Letras, e investigador asociado de la Biblioteca Nacional de su país. Es, a la vez, Profesor de Literatura Universal III en el Instituto de Profesores «Artigas» (IPA) del Uruguay, y de Latinoamericana II en la Universidad de Montevideo.
La obra literaria de Bravo es una de las más representativas de la poesía contemporánea de Uruguay.  Complementa su poética, con una propuesta escénica y sonora muy particular, relacionando a la poesía con otras artes (música, danza, artes visuales) lo que dota a su lírica de una estética especial.
En esta entrevista, Luis Bravo nos permite acercarnos a su forma de trabajo, así como a diferentes vivencias en tanto  artista y poeta.


1. Luis, ¿cómo llegas a la poesía? ¿Fue la lectura la que te atrajo, o tal vez algún suceso o circunstancia vital la que generó en ti el deseo de expresarte por medio de la poesía?
Primero fue la música, después la filosofía. En medio, fueron las ciencias y el cine. Esas fueron mis primeras pasiones. Finalmente, me quedé con la poesía como síntesis: una forma de la intensidad que atraviesa los lenguajes y lo metamorfosea todo.

Luis Bravo en fotocollage
2. ¿Por qué elegiste la poesía como principal medio de expresión artística sobre otras artes (como la música o el teatro) y, más aún, sobre otros géneros literarios como el cuento o la novela? Pese a que también has publicado cuentos.
No creo haber elegido a la poesía por sobre otras artes. De poder elegir hubiera preferido la música; toqué guitarra en mi adolescencia, y hasta componía. Mis dos amigos más cercanos resultaron ser dos músicos de excepción. Entonces, me di cuenta que no tenía ni su habilidad ni su oído para la música. A la vez, escribir me nacía naturalmente, pero no recuerdo haber elegido ser poeta. Lo fui sin darme cuenta. Por eso me llevó años aprender a escribir; mi inclinación natural era la de componer piezas musicales con palabras.
A lo largo de los años logré «negociar», como se dice hoy, entre esas dos vías: decir y dejar que el lenguaje dijera por sí mismo. (Lo de «negociar» lo uso porque es paradójico en relación a la poesía cuya riqueza nunca es pecuniaria). Mi forma de hacer poesía, incluida su «puesta en voz» (así denomino al arte de componer poesía, que no es sólo para ser leída en la página) tiene mucho de «escena» vocal; aunque cabe aclarar que lo que comanda en esa «voz», no es sólo lo que emite el aparato fonador, sino la voz que el poema hace suya como palabra y como sonido en consonancia con una energía que trasvasa lo meramente escrito.
El otro género que he cultivado es el ensayo. Comencé siendo crítico de prensa escrita, y también radial, pero la investigación me llevó a formas más desarrolladas de especulación creativa, que es tal y como concibo hoy el ensayo literario. Coincido con Oscar Wilde en que el ensayista es creativo; en ese campo si bien estoy haciendo mis aportes, pienso que aún me falta liberar una mayor subjetividad de la que hasta ahora he logrado. En ese sentido admiro, por ejemplo, lo que logra el italiano Roberto Calasso, para mí un maestro del ensayo en la actualidad.
Ensayista italiano Roberto Calasso y una de sus obras, La folie Baudelaire.
Uno de los ensayistas más admirado por Luis Bravo
Poesía y ensayo son los dos géneros que más leo desde hace años. El cuento me encanta y, es verdad, lo he frecuentado. Pero ¡hay tan buenos cuentistas en la literatura latinoamericana!, que termino por claudicar ante mis insuficientes proyectos la mayoría de las veces. La novela me hace sentir que pierdo tiempo, no me atrae. He dejado cientos de novelas sin terminar de leer, les saco el jugo del lenguaje hasta donde dan, y luego las dejo. Soy un vampiro de novelas y tengo a ese género como menor en relación al cuento, el ensayo y la poesía, sobre todo en estos tiempos de nefasto marketing novelesco.
En tal sentido, mi interés y el del mercado editorial no coinciden. Aquellos narradores que son grandes poetas sí me interesan, Kafka, Dostoievski, Proust, Cervantes, Joyce, Guimaraes Rosa, para nombrar autores de varias lenguas a quienes siempre vuelvo. Aparte, tengo un particular aprecio por los narradores satíricos, Laurence Sterne, Diderot, Swift, Voltaire. Entre los filósofos Nieztsche y Deleuze me resultan escritores que siempre me han inspirado.
3. Comenzaste a publicar en un periodo socio-político complicado para tu país, en la década del fin de la dictadura militar. ¿Cómo fue para ti ingresar al ambiente literario de tu país en esas condiciones? ¿De algún modo, la poesía te sirvió para canalizar tu compromiso con la libertad y la democracia?
Mi primer poema se publica en la revista Imágenes, en 1978; eso era en plena dictadura y no se veía la luz al final del túnel. De hecho, faltarían seis largos y oscuros años más para empezar a derretir el hierro de aquel régimen siniestro. Yo era un joven de 21 años experimentando con las formas de libertad psíquica que venía asimilando, a mi manera, del surrealismo y de la psicodelia musical sesentista,  a contramano de aquel contexto represivo. Ese poema de 1978 lo escribí bajo el influjo de Paul Éluard, acaso el menos surrealista de los surrealistas franceses, pero con cuya poética amorosa me consustanciaba por entonces.
Lo que te puedo decir es que me sentía más sólo que el uno en mi búsqueda; mis amigos eran músicos y pintores y casi no tenía contacto con poetas. Nuestra generación estaba  huérfana y aislada, esa era la situación. Esto cambió cuando en 1983 me uní al grupo de poetas que se había nucleado un año antes en torno a la revista Uno en la cultura. El hecho fue determinante en la ampliación de mis lecturas, hasta ese momento de vanguardia pero sin intercambio dialéctico con otros pares.

Ritual para 13 cuadros de lluvia (1989), por Luis Bravo
El «grupo Uno» marcó la poesía de los años ochenta; para mí fue un aprendizaje y una praxis. Allí nos propusimos aunar ese imperioso deseo de libertad desde formas poéticas experimentales. Aunque éramos todos muy diferentes, nos unía ese trabajo en conjunto y ese enemigo común que era la tiranía. En la interna del grupo las discusiones estéticas y políticas, el salir a leer poesía en escenarios no habituales (como son fábricas, sindicatos, facultades de estudiantes) nos templó a llevar la poesía más allá del libro.
No obstante, nos constituimos en una editorial «alternativa», esa era la expresión que se usaba para lo que fuera autogestionario, o un poco diferente. Publicamos más de un centenar de libros de poetas de diversas generaciones. Y en aquellos años de plomo llegamos a tener una suscripción de unos 1000 lectores que mes a mes recibían nuestros libros, plaquettes y revistas. Hoy un tiraje de poesía apenas si llega a 500, y la mayoría de sus ejemplares se terminan regalando. Si bien aquella coyuntura fue especial, considero que este presente es hostil, por indiferencia o por ignorancia, para con la poesía.


4. Tu poesía se encuentra muy vinculada a la ejecución de performances, ¿cómo se articula o engrana con tu poesía la acción “performática”? ¿Cuánto aporta tus performances a la interpretación que el público puede hacer de tu poesía?
Para mí la poesía no está desligada de su «puesta en voz». Es cierto, escribo poesía pero esa escritura no es para mí el fin último del arte poético. El proceso creativo se reanuda en el arte de la puesta en voz. Ahí es cuando recién termina el proceso, y me doy cuenta que no sólo escribo sino que compongo poemas. La poesía tiene siglos de «puesta en voz» en relación a unos cientos de años de mera escritura.
En tal sentido, pertenezco a esa vasta tradición de lo que hoy llamo los troveros contemporáneos. Ahora utilizo el término «puesta en voz» y no tanto el de «performance», ya que éste ha proliferado en el campo de las artes plásticas, excediendo al arte poético en sí, aunque las fronteras de los lenguajes artísticos es algo que cada artista maneja a su mejor antojo y de acuerdo a sus aptitudes y objetivos.
Antología de Luis Bravo, Árbol veloZ (poemas 1990-1998) (1998)
En cuanto a lo que me preguntas, sobre la relación entre poesía y acción perfomática, esto ha ido variando a lo largo del tiempo en mi obra. En los primeros años realicé acciones poéticas que tuvieron una primordial estructura escénica (Ritual para 13 cuadros de lluvia, 1989, La segunda del ojo, 1993). El trabajar junto a otros artistas (bailarines, músicos, actores) me enseñó a moldear la palabra para hacerla vivir en escena, en correlación con otros lenguajes.
Ya en plena era informática produje, junto a Silvina Rusinek —y con la inspiración de la música especialmente compuesta para mis poemas por Álvaro Pasquet, amigo de la infancia—, el CD-ROM Árbol Veloz (1998),cuyo alcance poético-tecnológico fue pionero, y muy bien recepcionado internacionalmente. Allí participaron 20 artistas en fotografía, animación, pintura, diseño, música. Con ese teatrillo electrónico tuve el honor y el placer de viajar durante diez años, haciendo recitales multimediáticos pertrechado de videos y audios grabados, utilizados junto a mi voz en vivo.

DVD del recital Tamudando, grabado en vivo en la Sala Zavala Muniz
(coedición Ayuí/Yaugurú, 2010)
El más reciente de mis recitales es Tamudando (2010), grabado en DVD en un recital realizado en una de las principales salas de mi país (Zavala Muniz/Teatro Solís), y recién coeditado por el sello fonográfico Ayuí y la editorial Yaugurú. Es un recital verbo-fonético en el que la voz se hace instrumento y los instrumentos musicales hablan. La voz —que trabajamos a dúo con la excepcional vocalista Berta Pereira— es la que conduce hacia lo poético; es decir, la voz recién llega a la palabra, y a sus posibles significaciones, tras derivas fónicas y experiencias sonoras nacidas de la puesta en voz del propio texto. Es un ida y vuelta del texto escrito a la voz. En este punto la estructura teatral se ha disuelto o es apenas un cañamazo.
En paralelo, estoy realizando un repertorio sólo para voz. Algo que hago solito con mi alma y mis humildes recursos vocales, conjugando composiciones propias y de otros poetas de habla hispana que compusieron obras para ser representadas vocalmente, y que han tenido muy pocas puestas en voz por parte de nuestros propios poetas. Allí se dan cita lo verbal y lo fónico, mientras sigo comprobando que, en efecto, hay audiencias receptivas a este tipo de propuestas. Aunque también te digo que muchas veces entre los poetas más ortodoxos «de la escritura» esto genera resistencias. Igual, en estos tiempos, y porque me parece que la cosa «tamudando», de a poco se van ganando algunos oídos y ánimos antes recelosos. Es que hoy la poesía «pasa por la voz», de eso no tengo dudas, y aunque eso, insisto, no es algo nuevo, tampoco es en mi caso una estrategia de comunicación (no comulgo con la poética coloquialista de que la poesía sea «comunicación») sino una concepción más holística de la poesía en la que ambos códigos, el oral y el escrito, se retroalimenten de manera indisoluble.
Una cosa que sucede con el arte de la puesta en voz es que se produce un envión energético; así, en cada re-presentación pasa algo, hay un intercambio, de un lado y de otro se mueve algo, algo muda. Eso es lo que el poema mueve, una energía. Si esa energía entra en sintonía con el auditorio, entramos en el campo poético y la vivencia artística se da en forma plena. El poema es esa energía y su mejor resultado es una resultante perceptible. Es un poco aquello que decía Charles Olson en su proyective verse (1950) —que tanto influyó en Allen Ginsberg y en los poetas Beat norteamericanos— y es que el poema es una descarga que transmites de una manera singular ante una audiencia.
Tamudando, por el poeta Luis Bravo y Garza Mora en el Centro Cultural de España en Montevideo (2010).
Se puede apreciar la presentación de Tamudando en: http://www.youtube.com/watch?v=rthbXnLp0p0
En mi trabajo no se trata de espontaneísmo (no tengo la habilidad de la Slam poetry, ni de los payadores urbanos y raperos); lo mío es una indagación, una inmersión en formas y en técnicas que hacen al arte de la voz y de la palabra para llegar a la poesía, no para enseñarla como lo ya dicho y acabado. Es más una búsqueda expuesta de manera lúdica y sonante, que una certeza.


5. ¿Qué lecturas consideras que han sido fundamentales para ti en tu oficio de escritor, de poeta? ¿Qué poemarios o autores te han marcado y de qué manera?
He tenido algunos maestros a los que siempre reconozco en mi formación. Leí todo Shakespeare a los 16 años, y si bien no entendía, como dicen, de la misa la mitad, es factible que sin esa experiencia no hubiera comprendido el alcance de la poesía, eso que escapa al mero escrutinio del conocimiento racionalizable.

Poermario Trilce del poeta peruano César Vallejo,
que influyó en la poesía de Bravo

Tras años de verificar que mis libros eran muy diferentes entre sí, que había más de una voz en mi registro, leí a Fernando Pessoa, Álvaro de Campos, Bernardo Soares, Alberto Caeiro y Ricardo Reis, y me reconcilié con los otros de mi mismo. Aún aprendo de la diversa poesía escrita por ese mago lisboeta. Trilce fue una conmoción que me inoculó para siempre un ardor de hondura ósea, un campo abierto al verbo encarnado, desde entonces mantengo un inmenso aprecio por la poesía peruana. El sendero zen de Basho, y el folclore de los troveros de mi pago son dos formas distantes y distintas de una misma orientalidad que me nutre. La lista es larga y además no importa, como dijo del arte Antonio Machado, cuando en plena guerra civil se topó con otras urgencias que requerían del espíritu humano en primer término; ese gran Don Antonio, también Juan de Mairena y Abel Martín, a quienes hace años no visito; sepan disculpar, abuelos.
     Muchas veces vuelvo a Borges, como se vuelve al barrio de la infancia, en donde suena el tango arrabalero y una cierta filosofía del tiempo que no es sólo nostalgia sino sueño. El tiempo es eterno en la urna griega de John Keats, y efímero en los apenas 24 años de Lautréamont, dos siempre jóvenes y admirables. En otra entrevista podría nombrar a otros siete, y así sucesivamente. Esto de elegir preferencias no tiene caso ni fondo, así que sigamos: «guarda e pasa».


Algunos escritores que influyeron notablemente en Luis Bravo:
(de izq. a der.) John Keats, Conde de Lautremont y Jorge Luis Borges
6. Además de poeta, eres crítico literario, catedrático de universidad y editor. ¿Cómo has hecho para amalgamar tu trabajo en estas áreas con la escritura de poesía?, pues, como bien sabemos, el oficio de escribir es bastante absorbente.
La poesía ha sido el centro irradiador. Todo lo otro han sido trabajos en derredor. Además, el pluriempleo es una de las tantas condenas a las que sobrevivimos en nuestros países dependientes. Igualmente, es sorprendente todo lo que una sola persona puede hacer. Mi madre trabajaba ocho horas, nos daba de comer, nos amaba, y cuidaba que mi padre no tirara el dinero entre las patas de los caballos. Ella me lleva harta ventaja en hacer varias cosas importantes a la vez, se lo aseguro. No quiero ser injusto con mi padre, que también fue un infatigable bioquímico; patentó más de cien medicamentos, lo único que le gustaba el escolaso, como dice el tango. Pero luego lo dejó. Además con él, que me llevaba 50 años, pude hablar de filosofía y ciencia como nunca más lo he podido hacer con nadie. El leía esas dos disciplinas con naturalidad, mientras que yo dejé la química porque la matemática me superó.

Penúltimo poemario de Bravo, Algo pasa por la voz (2008)
7. En relación a la crítica literaria Luis, en el Perú varios medios periodísticos han limitado al máximo su sección cultural, en algunos es casi inexistente, ¿cómo ves el panorama del periodismo cultural, en particular el relacionado a la literatura (a la poesía) en Sudamérica?
Es una de las causas por las cuales dejé por años de leer los periódicos. La otra es que fui periodista de prensa escrita y de radio por años, por lo que sé muy bien todo lo que no se dice y porqué. El periodismo cultural se disolvió en el aire del neoliberalismo de los años noventa. No veo  que los protosocialismos del siglo XXI estén ocupados en cambiar ese rumbo, sino en controlar a la prensa para sus propios intereses. La cultura debe expresarse libremente, sin cortapisas, pero a su vez tiene que tener los espacios para hacerlo. Lo demás, ya sea la censura gubernamental o el libre mercado, es puro control social del poder de turno.


8. Durante la década pasada, en el 2000, en el Perú se dio un boom en cuanto a la aparición de editoriales independientes comúnmente dirigidas por jóvenes universitarios, lo que permitió que se dieran a conocer a varios poetas nóveles que empezaron a publicar en dicha época, muchas de esas editoriales ya no existen. ¿Sucedió algo similar en Uruguay? ¿Las editoriales uruguayas publican también a los nóveles, o van a lo seguro, a los consagrados?
Las experiencias editoriales alternativas se dieron en mi país en los años ochenta, como la del «grupo Uno», hasta mediados de los noventa. Luego vino la marejada mercantil. Recién hacia el 2005 otros jóvenes tomaron la posta y abrieron nuevas editoriales para airear el mercado. Pero el mercado ya había expulsado no a los poetas sino a la poesía al exilio.
Hoy nuevamente tenemos algunas tozudas experiencias de editoriales que dan lugar a la poesía —Estuario, Yaugurú, La Cartonera, Ático, entre otras—, mientras las megaeditoriales internacionales inundan las vitrinas con basura impresa, convirtiendo a las librerías en hipermercados en los que, muchas veces, encontrar literatura es una ardua tarea.

1era Bienal Metropolitana de Poesía y
II Festival Internacional en Uruguay La poesía vale un Perú (2006),
festival en el que el Perú fue el país homenajeado
9. Luis, eres uno de los poetas invitados al Primer Festival Internacional de Poesía de Lima (FIPLima), el que será un evento inédito por sus características en nuestro país. Habiendo asistido a numerosos recitales y festivales de este tipo, ¿qué expectativas tienes en relación al festival? ¿Qué opinas de la inserción del Perú, y por ahora de su capital Lima, al circuito internacional de festivales de poesía?
Como te decía, tengo un enorme aprecio por la poesía peruana, la actual y la que hace a su tradición. De hecho, coorganicé en 2006 en mi país un segundo festival internacional (el primero lo hicimos en 1993) que tuvo como centro esa tradición y que se tituló, justamente, La poesía vale un Perú.
     Pienso que Perú le haría justicia a su propia poesía si, en efecto, lograra insertar a Lima, y a otras ciudades de su rico territorio cultural, en el circuito de los festivales internacionales de poesía. Ahora, con sólo mirar la lista de invitados a este primer festival en Lima, te puedo decir que, de lograrse, estaremos ante un evento poético de primera magnitud, como hace mucho no acontece. Será toda una celebración de la lengua poética. Ojalá que las autoridades culturales de tu país valoren el rico patrimonio que se gesta en una reunión de poesía como la que se está programando para el próximo mes de abril de 2012.  

El poeta Luis Bravo recitando "Hipogrifo" en el Festival Internacional de Poesía
de Medellín - Colombia en el año 2009.
Se puede apreciar en: http://www.youtube.com/revistaprometeo#p/u/2/l84_CxeOTC8
10. Para concluir, ¿te encuentras próximo a publicar un nuevo poemario, quizá estés terminando algún nuevo proyecto literario del que nos puedas hablar en primicia?
Me encuentro próximo a presentar en el marco del Festival de Poesía de Lima un libro que me llevó años de investigación y reflexión sobre la poesía de mi país. Se titula Voz y palabra: historia transversal de la poesía uruguaya 1950-1973. Difundirlo, en una conferencia o en futuros seminarios universitarios, es mi proyecto más cercano y al que pienso dedicar varios meses de este año.
Será un honor para mí, que la primera presentación de ese libro se produzca en Lima, incluso antes que en mi propio país. Aparte de eso, preparo dos antologías de poesía uruguaya, una para Chile y otra para México, a ver si este año salen ambas, que además cubren distintos períodos.
A la vez, preparo dos libros más con poemas que he venido escribiendo durante años, a ver si logro sacarlos de ese laberinto de infinitas versiones en el que es posible termine perdiéndose la semilla del poema mismo.


Biodata
Luis Bravo. Montevideo - Uruguay, 1957. Ha publicado en poesía: Horizonte mudo (1980), Puesto encima el corazón en llamas (1984), Lluvia (1988), Gabardina a la sombra del laúd (1989), Árbol Veloz (1998), Liquen (2003), Tarja (2004), Algo pasa por la voz (2008), Tamudando (2010). En ensayo: Nómades y prófugos/Entrevistas literarias (2002), Escrituras visionarias / literaturas iberoamericanas (2007), Obra Junta, antología anotada del poeta Ibero Gutiérrez (2008), Los papeles de Juan Morgan / Narrativa completa de Julio Inverso (2010), Voz y palabra: historia transversal de la poesía uruguaya: 1950-1973 (2012), entre otros.

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